Generador de conocimiento de vanguardia, el Santa Fe Institute lleva adelante investigaciones en las que se combinan especialidades y disciplinas diversas. En la siguiente nota, su director explica cómo algunas reglas que rigen el metabolismo, el crecimiento, la evolución y la mortalidad biológica pueden aplicarse para predecir el crecimiento y hasta la declinación de empresas
Por Geoffrey B. West
Los ejecutivos hablan del “ADN” de sus compañías y de sus funciones en los “ecosistemas de negocios”, pero la analogía con los organismos vivientes es más que metafórica. Así como hay leyes matemáticas que determinan de qué manera el metabolismo, el crecimiento, la evolución y la mortalidad dependen del tamaño, hay reglas que parecen gobernar el crecimiento, el rendimiento y hasta la declinación de ciudades y otras organizaciones sociales. Si bien todavía no podemos predecir cómo algunas ciudades o compañías evolucionarán, encontramos relaciones matemáticas generales entre el tamaño de la población, la innovación y la creación de riqueza, que podrían tener implicancias importantes para la estrategia de crecimiento de las organizaciones.
En biología, diferentes especies son, en muchos aspectos, versiones en escala de otras. Bacterias, ratones, elefantes, sequoias y ballenas azules se ven diferentes, pero la mayoría de sus características fundamentales, incluyendo el uso de los recursos y la energía, la longitud del genoma y la duración de la vida siguen simples reglas matemáticas que tienen la forma de relaciones “power law” que determinan cómo tales características cambian en función del tamaño.
Un ejemplo es el ritmo metabólico, que aumenta en 3/4 el tamaño de la masa. En términos más sencillos equivale a decir que, si la masa de un organismo aumenta en un factor de 10,000 (cuatro órdenes de magnitud), su ritmo metabólico aumentará en un factor de 1,000 (tres órdenes de magnitud). Esto representa una gran economía de escala: cuanto más grande la criatura, menor es la energía por gramo que necesita para vivir. El aumento en la eficiencia por tamaño (manifestada en el exponente 3/4 de escalamiento, el cual llamamos “sublineal” porque es menor a 1) está ampliamente difundido en la biología.
Estas leyes de escalamiento ubicuas tienen su origen en las propiedades universales de las redes que dan soporte a la vida, como los sistemas cardiovasculares y respiratorios.
Las organizaciones sociales, al igual que los organismos biológicos, consumen energía y recursos, dependen de redes para el flujo de información y materiales, y producen objetos y desperdicios. No sería sorprendente que leyes de escalamiento gobernaran su crecimiento y evolución. Tales leyes sugerirían que Nueva York, Santa Fe, Nueva Delhi y la Roma antigua son versiones en escala una de la otra en muchos aspectos fundamentales.
De la misma manera, lo serían Microsoft, Caterpillar, Tesco y Pan Am. Para descubrir estas reglas, Luis Bettencourt del Los Alamos National Laboratory, José Lobo de la Universidad del Estado de Arizona, Dirk Helbing en TU Dresden y yo, recolectamos datos de sistemas urbanos en varios países en épocas diversas, que incluían un amplio rango de características, como el consumo de energía, la actividad económica, la demografía, infraestructura, innovación intelectual, empleo de personas “supercreativas” y patrones de comportamiento humano como tasas de crimen y de contagio de enfermedades.
Descubrimos que las ciudades manifiestan relaciones de escala “power-law” similares a las observadas en la biología: el doble de población requiere menos del doble de ciertos recursos. La infraestructura análoga a las redes de transporte biológico —estaciones de servicio, redes eléctricas, caminos— muestra, de manera uniforme, un crecimiento a escala sublineal con la población.
Sin embargo, para nuestra sorpresa, un nuevo fenómeno de escala apareció cuando estudiamos las cantidades que son sociales por naturaleza y no tienen un análogo simple en la biología: las asociadas con la innovación y la creación de riqueza que incluyen la inscripción de patentes, la cantidad de personas supercreativas, sueldos y el PBI.
En estos casos, el exponente (el análogo al 3/4 del ritmo metabólico) supera el 1, aproximándose a un valor común de 1.2. En consecuencia, la duplicación de la población es acompañada por más de la duplicación de la gente creativa y de la producción económica. Llamamos a este fenómeno un “escalamiento superlineal”: a mayor población de una ciudad, mayor innovación y creación de riqueza por persona.
El crecimiento orgánico limitado por las leyes sublineales derivadas de las dinámicas de las redes biológicas, termina con las ecuaciones que predicen el tamaño que los organismos alcanzarán. Al revés de ésas, nuestras ecuaciones predicen que el crecimiento asociado con los procesos de escalamiento superlineal observado en las organizaciones sociales es, en teoría, ilimitado. Lo cual constituye un buen presagio para las organizaciones.
Desafortunadamente, las ecuaciones también predicen que, en ausencia de grandes innovaciones continuas, las organizaciones dejarán de crecer y hasta podrían achicarse, llegando a estancarse o colapsar. Más aún, para prevenir este fatal desenlace, el tiempo entre innovaciones (el “ciclo de innovaciones”) debe achicarse a medida que el sistema crece.
Si bien nuestra investigación se centró en ciudades, las similitudes sociales y estructurales entre ciudades y compañías sugieren que las conclusiones pueden extenderse a empresas e industrias. Si así fuera, la existencia de las relaciones de escala superlineal que vinculan tamaño y producción creativa tendría dos consecuencias importantes.
Primero, desafía la lógica convencional de que los pequeños departamentos de innovación son más creativos y tal vez explica por qué pocas organizaciones han equiparado la creatividad de un gigante como Bell Labs en su apogeo.
Segundo, demuestra que, dado que las organizaciones e industrias deben innovar, aparentemente a un ritmo acelerado constante para evitar el estancamiento, tratar de economizar en los presupuestos de investigación y desarrollo y recortar el personal creativo puede ser una estrategia muy peligrosa a largo plazo.
© 2007 Harvard Business School Publishing, distribuido por New York Times Syndicate
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